La obstrucción intestinal aparece cuando algo bloquea el paso normal de los alimentos y líquidos por el intestino, ya sea de forma parcial o total. Las causas más habituales son las bridas o adherencias después de cirugías abdominales, las hernias incarceradas, los tumores, los vólvulos (torsiones del intestino) o incluso una impactación fecal.
Los síntomas comienzan con un dolor abdominal tipo cólico, que aparece en oleadas y suele hacerse más intenso con el tiempo. El abdomen se distiende, el paciente se siente muy hinchado y puede presentar náuseas y vómitos persistentes, a veces con contenido bilioso o incluso fecaloideo. Otro signo clave es la ausencia de expulsión de gases y heces, lo que indica que el tránsito intestinal está detenido. Al principio pueden escucharse ruidos intestinales metálicos, que más tarde desaparecen cuando la obstrucción se complica.
Es una urgencia médica. Si el dolor no cede, los vómitos son continuos o aparece fiebre, pulso acelerado y signos de deshidratación, hay que acudir de inmediato al hospital.
El diagnóstico se realiza mediante exploración clínica, analítica y pruebas de imagen, principalmente radiografías y TAC abdominal.
El tratamiento inicial consiste en reposo digestivo, hidratación intravenosa y colocación de una sonda nasogástrica para descomprimir el intestino. Cuando hay riesgo de estrangulación o isquemia intestinal, la única opción es la cirugía urgente.