Abscesos perianales: síntomas, tratamiento y cuándo operarlos

Un dolor que se intensifica al sentarse puede ser más que una simple molestia: consulta a tiempo.

El absceso perianal es una de las urgencias más frecuentes en proctología. Aunque puede parecer una infección menor localizada, si no se trata a tiempo puede dar lugar a complicaciones dolorosas y recurrencias crónicas. Identificarlo rápidamente y actuar con decisión es clave para evitar secuelas como las fístulas anales.


¿Qué es un absceso perianal y por qué se forma?

Un absceso perianal es una acumulación de pus en los tejidos cercanos al ano y al recto, producto de una infección en las glándulas anales que desembocan en el canal anal.

Estas glándulas, normalmente imperceptibles, pueden obstruirse y dar lugar a un pequeño foco infeccioso. Si las bacterias se multiplican, la infección progresa y se forma una colección purulenta. Esto provoca dolor, enrojecimiento e hinchazón en la zona, y puede dificultar funciones tan básicas como sentarse, caminar o ir al baño.

Factores de riesgo:

  • Estreñimiento crónico o esfuerzo defecatorio excesivo.

  • Enfermedad inflamatoria intestinal (especialmente enfermedad de Crohn).

  • Diabetes mellitus.

  • Traumatismos, microfisuras o intervenciones previas en la zona.

  • Inmunosupresión.


Principales síntomas del absceso perianal

Los síntomas se desarrollan de forma rápida e intensa:

  • Dolor agudo y pulsátil en la zona anal, que empeora al sentarse, caminar o defecar.

  • Inflamación visible en forma de bulto duro, rojo y caliente cerca del ano.

  • Fiebre y malestar general (en casos más avanzados).

  • Dificultad o miedo a defecar por el dolor.

  • En algunos casos, supuración espontánea de pus si el absceso drena solo.

La presencia de estos signos es motivo suficiente para consultar urgentemente con un especialista en cirugía general o proctología.


¿En qué se diferencia un absceso de una fístula anal?

  • El absceso perianal es una infección aguda y localizada. Puede resolverse completamente si se drena adecuadamente.

  • La fístula anal es una complicación crónica que se produce cuando, tras el absceso, se forma un pequeño conducto que conecta el interior del ano con la piel perianal. Por ese trayecto puede seguir saliendo pus o líquido con el tiempo.

Se estima que hasta el 50% de los abscesos terminan generando una fístula si no se tratan correctamente o si hay factores predisponentes.


Tratamiento: ¿antibiótico o cirugía?

Aunque algunos casos leves pueden acompañarse de tratamiento antibiótico, la mayoría de los abscesos perianales requieren un drenaje quirúrgico urgente. La cirugía consiste en:

  • Realizar una pequeña incisión sobre la zona del absceso para evacuar el pus.

  • Limpieza del área infectada y colocación ocasional de una gasa (mecha).

  • En ocasiones, se deja abierta la herida para permitir un drenaje progresivo.

Es un procedimiento breve, seguro y ambulatorio en la mayoría de los casos. El alivio del dolor es inmediato tras la evacuación del pus.

El uso exclusivo de antibióticos no suele ser suficiente, excepto en pacientes inmunosuprimidos, con celulitis extensa o fiebre alta sin colección bien definida.


¿Cuándo se requiere cirugía programada?

Una vez controlada la infección aguda, si el paciente presenta síntomas persistentes o aparece una fístula anal secundaria, puede ser necesaria una cirugía electiva para resolver el problema de raíz.

Indicaciones de cirugía programada:

  • Persistencia de secreción por una abertura en la piel.

  • Reaparición del absceso en la misma zona.

  • Diagnóstico de fístula anal mediante exploración o ecografía endoanal.

  • Fístulas complejas (curvas, múltiples trayectos, relación con el esfínter).

Las técnicas quirúrgicas varían según el tipo de fístula: fistulotomía, colocación de sedales, LIFT, colgajos, etc. El objetivo es curar la fístula sin dañar la continencia.


Conclusión

El absceso perianal es más que un “grano” doloroso: es una urgencia que requiere valoración médica rápida. Con un tratamiento adecuado y seguimiento posterior, se puede evitar la evolución a fístula y las molestias crónicas asociadas.